La psicología clínica

Es el elemento fundamental del proceso terapéutico, no se puede tratar aquello que no se ha diagnosticado.

El diagnóstico en Psicología Clínica se basa en la entrevista e interacción con la persona que lo solicita. Como es sabido, no existen pruebas radiológicas ni de laboratorio en este proceso por lo que la escucha atenta, la experiencia del terapeuta y sus conocimientos son esenciales para entender al paciente. Y este entender a la persona es lo que cimenta la base de la relación terapéutica en la cual tanto terapeuta como paciente no solo saben qué se está haciendo sino porqué y para qué.

El diagnóstico determina el tipo de técnica psicoterapéutica a utilizar, “la terapia” como se suele denominar habitualmente.

El tipo de tratamiento debe ser explicado con claridad a la persona que, en su caso, vaya a recibirlo de forma que, cómo se ha señalado anteriormente, el paciente tenga el mismo conocimiento que el terapeuta sobre qué se va a hacer y con qué finalidad independientemente de la técnica que se vaya a utilizar. No se trata de que el paciente “obedezca” sino que desde su conformidad colabore en el tratamiento.

En la medida de lo posible debe señalarse el tiempo de duración de la intervención terapéutica, así como la frecuencia de sesiones y la disponibilidad del terapeuta fuera del marco de la consulta.

Los tratamientos psicológicos no son indefinidos y el alta debe ser un hito que el terapeuta debe contemplar desde el mismo momento en que recibe por primera vez a quien solicita su ayuda.

Su experiencia y conocimiento deben prever un tiempo de intervención en el que se vayan sucediendo los períodos de remisión sintomática, recuperación emocional y sanación personal, entendida esta como el regreso de la persona a su mejor nivel de desempeño cotidiano.